LA ORGANISACIÒN DE LA DIABLADA EN LA ACTUALIDAD
En
 la Fiesta de Los Diablos de Píllaro no hay vísperas ya que no hay 
priostes para ésta celebración y solo se basa en la fiesta. Para la 
fiesta de los diablos se organizan con varios meses de anticipación, 
para buscar la banda de músicos que acompañará a los danzantes; esto se 
logra formando comisiones y directivas en las parroquias y caseríos con 
el objeto de sacar adelante a la festividad, siendo la gratificación 
psicológica de sus integrantes.
La
 organización también se da en el recorrido, cada comparsa de diablos 
vienen desde las parroquias y caseríos rurales al medio día hacia el 
centro de Píllaro, primeramente danzando dos vueltas alrededor del 
parque central, luego de ello se retiran al lugar de descanso que los 
organizadores pidieron con anticipación, y estas pueden ser plazoletas, 
escuelas, el sindicato de choferes, o la ccasa de uno de los 
organizadores que viva en el centro.
Esta
 fiesta no tiene fin económico, pero para solventar la mayoría de los 
gastos se realiza una contribución simbólica de parte de los 
participantes; la misma que sirve para adquirir voladores, camaretas y 
el licor que es compartido entre los bailarines.
La
 Fiesta de la Diablada, designada como Patrimonio Cultural del Ecuador, 
se realiza  todos los años en Píllaro provincia de Tungurahua, 130 
kilómetros al sur de Quito.
Los
 festejos son del 1 al 6 de enero, cuando se realizan los eventos de 
mayor atractivo turístico. Las comparsas representan al diablo, que 
según la historia vino a América con el cristianismo.
Esta
 antigua fiesta se expresa en la danza de cientos de diablos de todas 
las comunidades de Píllaro, que danzan en círculo alrededor de un grupo 
conformado por los cholos y cholas; los huacos van por los extremos y 
las huarichas (hombres disfrazados de mujeres) cubren su cara con una 
careta de malla y llevan en sus manos una muñeca, una botella de licor y
 un pañuelo. La gente baila, salta y se alegra transformada en diablo.
El
 historiador ambateño Pedro Reino dice sobre la Diablada que “la 
rebeldía mestiza e india contra la religión católica fue la que dio 
comienzo a esta fiesta, pues en año nuevo los “gamonales y la curia” 
daban permiso a los indios para hacer sus fiestas y estos se disfrazaban
 de diablos en repudio a las prédicas sacerdotales.
UN POCO MAS DE PILLARO
Santiago de
Píllaro, desde sus inicios siempre fue azotada por grandes tempestades que
venían cargadas de rayos y truenos, donde los primeros pobladores
 de
esta región mucho antes de la conquista de los
incas y de los españoles, llamaron por este motivo a esta tierra 
PÍLLARO, nombre que proviene de dos voces quechuas PILLALLA y AROQUE, 
que quiere
decir Altar del Dios del Rayo y del Trueno. Esta ciudad enclavada en la mitad de Los Andes, según el
historiador Federico González Suárez, “En tiempo de su gentilidad,
los indios vivían, ordinariamente, dispersos sin formar pueblos ni aldeas. El año 1570, dio la Audiencia de Quito,
comisión especial a Don Antonio Clavijo, para que fundara pueblos en las provincias
del Centro. Fue cuando se establecieron los pueblos de Píllaro, Patate, Pelileo, Quero,
Ambato, San Andrés, Guano, Licán, Calpi, Macají, Tiquisambi, Pujilí, Saquisilí,
Aláquez, San Miguel y Los Molles. Clavijo pasó cinco años desempeñando su comisión:
determinaba el sitio, fijaba los límites de cada pueblo, trazaba la plaza y
señalaba el punto en el que se había de construir la Iglesia”. 


 
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